La pandemia de infección por SARS-CoV-2 ha experimentado diferentes fases que han ocasionado diferente repercusión en la gravedad y en la mortalidad, siendo esta muy acusada al principio de la pandemia y a principios de 2021 y con menor impacto en la actualidad. Esto no implica necesariamente que estemos cerca de eliminar la pandemia sino, en todo caso, de asumir el coronavirus como un patógeno más con el que convivir de forma endémica.
Si bien en los últimos meses la saturación de la atención primaria y hospitalaria causada por la pandemia ha disminuido, en gran parte por las medidas de control de la pandemia y el éxito de vacunación, es evidente que esta situación ha cambiado al alza de nuevo, ya sea por la relajación de las medidas como por la aparición de una variante más contagiosa que provoca que nos encontremos de nuevo en zona de riesgo alta/muy alta. A todo ello hay que sumar la necesidad de atender a los pacientes con enfermedades crónicas y con procesos agudos potencialmente graves, que en gran medida han visto retrasada su atención ante la situación de emergencia y que precisan ser atendidos con premura, y la saturación de las estructuras de salud públicas que en la práctica no pueden realizar seguimiento de nada más que no sea COVID-19, con lo que supone de perjuicio para el resto de estrategias sanitarias como dependencia, salud mental, etc…
Una vez valorada la situación actual y a la vista de los retos que plantea esta sexta onda pandémica, SESPAS ha emitido un nuevo posicionamiento con varias consideraciones al respecto entre las que se considera imprescindible avanzar en el desarrollo de estructuras de Salud Pública, la combinación de actuaciones para afrontar esta nueva fase, y el refuerzo decidido de la Atención Primaria.